sábado, 22 de octubre de 2011

PROFESOR.

El origen de la palabra profesor se remonta al imperio romano, ya que proviene de los primeros cristianos, quienes fueron también los primeros profesores de la historia, porque “profesaban” es decir, declaraban públicamente su fé, aunque esto pudiera costarles la vida y en muchas oportunidades les costó. Recordemos que los romanos sacrificaban a los cristianos por profesar su fé. La palabra profesor se formó a partir del latín profiteri del mismo significado, formada por fateri (confesar), con el prefijo pro- (delante, con el sentido de “delante de todos, a la vista”).

A partir de cierta época, un profesor pasó a ser aquel que “profesaba”, o sea que declaraba públicamente que poseía conocimientos en determinada área del saber y que podía trasmitirlos.

En el diccionario de Covarrubias (1611) encontramos que profesor es: quien puede Profesar algún arte o ciencia. Pero poco más de un siglo después, en el Diccionario de la Real Academia, el vocablo profesor era definido como,”El que ejerce o enseña públicamente alguna facultad, arte u doctrina”. Actualmente el Diccionario de la Real Academia lo define de la siguiente manera. “Persona que ejerce o enseña una ciencia o arte”.

Ahora vamos a tocar el punto que nos concierne, del cual surgen varias interrogantes, ¿Quién es verdaderamente un profesor(a)?, ¿el que se dedica a hablar solamente y dar clases magistrales? o ¿el que se preocupa por dar apertura o facilitar la información a sus alumnos sobre un conocimiento previo?

Nuestra Universidad se dedica a la formación del profesorado, que no es más que la preparación adecuada y permanente de las personas que se dedican o van a dedicarse a la enseñanza en los diferentes niveles de la educación específicamente en la escuela primaria y la secundaria, y que les permite desarrollar su actividad profesional como profesores. Aunque quien ayuda a una persona a aprender se le puede considerar en cierto sentido profesor, existen habilidades y destrezas concretas que son necesarias para tener éxito en la profesión de docente, por eso no todo el que se para a hablar frente a una aula de clases es un profesor exitoso.

La Enseñanza o Educación, es la presentación sistemática de hechos, ideas, habilidades y técnicas a los estudiantes. No es el simple discurso, narración o lectura de textos de quien profesa, hacia quien recibe lo profesado para su posterior evaluación.

Seria imposible imaginarse a Jesús el Gran Maestro del Cristianismo profesar sobre la palabra de Dios sin explicarla, existen testimonios en la Biblia de que Jesucristo se valía de diferentes medios para hacer llegar el mensaje de la palabra, del mismo modo el profesor exitoso explica a sus alumnos de manera sencilla, amena y de acuerdo a la ética profesional, sin dejar dudas sobre lo enseñado.

Lamentablemente conseguimos profesores fracasados quienes posiblemente tienen el conocimiento y el dominio de la materia de la cual dictan clases, pero para desgracia de sus alumnos no saben, o peor aun, no quieren explicarlas como la ética se los dicta. En nuestra universidad todavía existen estos profesores fracasados que no dan el todo por el todo a sus alumnos, estos dadores de clases son frustrados que no se entregan por completo en sus actividades, al contrario son mezquinos y tacaños con el conocimiento que quizás pudieran poseer.

Las sociedades que han hecho avances sustanciales en el conocimiento del mundo que nos rodea y en la organización social fueron sólo aquellas en las que personas especialmente designadas asumían la responsabilidad de educar a los jóvenes. Sin embargo en nuestro país vemos con preocupación que estos espacios son ocupados por profesionales de otras carreras que con un componente docente y, la mayoría de las veces sin el, dictan clases en la mayoría de nuestras universidades publicas y privadas.

Si bien es cierto que existe un porcentaje aceptable de estos profesionales que poseen gran reconocimiento por su labor, el deber ser nos dice, que la especialización en el ARTE de dar clases es la adaptación del contenido y su explicación a los alumnos de acuerdo al contexto y las necesidades de estos, este contenido tiene que estar dirigido por una normativa netamente pedagógica y humanista.

En teoría no debería ser igual que un historiador de clases a un grupo de alumnos de bachillerato, a que esta materia la dicte un pedagogo especializado en ella. Probablemente el primero posea mas información que el segundo, pero de seguro el historiador no sabrá trasmitir esta información de manera clara a los alumnos, por carecer de las herramientas pedagógicas necesarias y de la experiencia del día a día escolar.

Es posible que existan profesionales de otras carreras ajenas a la educación que se destaquen en la enseñanza de alguna materia, pero la realidad nos trae de nuevo a pisar tierra, el zapatero que se dedique a su zapato, y el docente a la docencia. Al Cesar lo que es del Cesar Señoras y Señores.
4R.

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