El presente escrito aparece en uno de los capítulos del libro, La Historia Fabulada del escritor Francisco Herrera Luque. En el se reflejan ciertos hechos históricos que se repiten en la actualidad venezolana. El libro esta redactado en formato para radio y se trascribe tal cual aparece en la edición del mismo de 1981
AUTOR: Todo lo que
iba desde comienzos del siglo hasta la muerte de Ponte y Hoyos en 1705 fue de
contienda. La Guerra de sucesión española, provocada por la muerte de Carlos II
de España, sembró discordia entre sus súbditos e incendio el conflicto bélico
entre las potencias europeas Luis XIV de Francia, impuso a su nieto en el trono
de san Fernando. En 1702, a los dos años de su reinado, estallo la célebre
guerra que habría de prolongarse hasta 1713. Durante estos años, y por muchos
que los siguieron. Venezuela, al igual que España, entro en bancarrota.
NARRADOR: Entorpecida
la navegación colonial no había modo de exportar el cacao, nuestra gran fuente
de riqueza.
Voz 1: El tesoro público
esta como talón de lavandera.
Voz 2: Hay despidos
masivos de los empleados de la corona.
Voz 3: La deuda
interna asciende a más de 500.000 reales.
NARRADOR 1: Lo que
era una cifra cuantiosa para la época. Los ingresos de Venezuela a fines del
siglo XVII eran de 4 millones de reales. El cacao que había llegado a valer 400
reales la fanega, se cotiza a 64, a pesar de que en Europa alcanza valores
astronómicos. La harina se cotiza a cuarenta reales, cuando su precio normal es
de 12. No hay vinos.
NARRADOR 2: En 1706,
después de cuatro años, llegó el primer barco de España para traer al nuevo
gobernador don Fernando de Rojas y los vivos resuelven parcialmente el problema
haciendo negocios con los holandeses de Curazao. Les venden cacao y les compran
mercaderías que revenden a precios usurarios. En la peor de las crisis
económicas hay siempre rendijas para hacerse rico. El contrabando y la bolsa
negra son caminos expeditivos. El acaparamiento y la especulación son otros.
NARRADOR 1: La gente
en aquellos tiempos no era tan diferente. De modo que mientras muchos morían de
hambre otros se enriquecían.
NARRADOR 2: En esos
años hubo de importarse maíz.
Voz 1: Igual que en
estos años.
NARRADOR 2: Hay
misteriosa carestía de carne…
Voz 1: Igual que en
estos años.
Voz 2: Esas son
mamaderas de gallo de ustedes.
Voz 1: Si no nos cree
lee el libro de Arcila Faria, sobre Economía Colonial.
NARRADOR 1: No hay
nada nuevo bajo el sol…
Voz 1: La historia se
repite… a veces en sus más mínimos detalles.
Voz 2: Imagínese que
en esa época el Ecuador – como está sucediendo ahora con el petróleo – comenzó
a competir con nosotros en la venta de cacao.
Voz 1: Y los ricos
tenían casa en Curazao.
Voz 2: Como tienen
ahora apartamentos en Miami…
NARRADOR 2: Como si
fuera poco llego como gobernador el 6 de julio de 1711, cien años justos antes
de la independencia, Francisco de Cañas y Merino. Llamado también El Africano,
por ser natural de Marruecos.
Voz 1: Era un
monstruo de frente y de perfil.
Voz 2: Tenia algo de
galeote, de burro lascivo y de picaron.
NARRADOR 1: Sus
áulicos y consejeros eran de la peor ralea. (Ambiente del mercado)
Voz A: No se junta
sino con malandrines y rabisalseras…su casa de gobernador es garito, burdel y
cuartel.
Voz B: Vigila las
costas como un perro fiero para impedirnos comerciar con los holandeses.
Voz C: Reservándose
para si la exclusiva. Él y sus socios son los dueños de los almacenes donde se
venden las cosas de primera necesidad y a niveles inconcebibles.
Voz D: Es un truhan.
(Golpes de hacha contra un árbol)
Voz A: Pero qué hace
ese hombre derrumbando esa ceiba que data de los tiempos de Garcí Gonzales.
Voz B: Averigüémoslo
ya.
HOMBRE DEL PUEBLO: Son órdenes del gobernador. Su señoría ha
ordenado derribar todos los arboles de la ciudad.
Voz A: ¿Pero ese hombre
está loco?
HOMBRE DEL PUEBLO: Yo
no sé qué decirle, pero la verdad es que lo parece. Según él, esos árboles y
que son la causa de todas las fiebres que asolan a Caracas. Dice que en su
tierra no hay árboles ni tampoco fiebres.
Coro: ¡Maldito
Africano!
NARRADOR 1: Y por esa
razón, como escribió Guillermo José Schaell, Caracas no tuvo en lo sucesivo –
como es palpable en nuestros días – los frondosos bosques de árboles varias
veces centenarios que se encuentran en las inmediaciones de cualquier ciudad
del mundo.
NARRRADOR 2: En
aquellos tiempos la ronda de la plaza Mayor era el sitio más exclusivo de la
sociedad de Caracas. Una especie de club que a la caída de la tarde servía de
paseo y encuentro a los nobles de la ciudad.
Voz A: Buenas tardes,
señor Marqués…
Voz B: Muy buenas las
tenga, señor coronel…
Mujer 1: Adiós,
Felicia.
Mujer 2: Adiós,
mijita, mañana tendremos que hablar.
Voz B: Pero, ¿Qué es
aquello que veo allá? ¿Es que me engañan mis ojos?
Voz A: No os engañan,
señor marques, es el mismo belitre del gobernador acompañado por su concubina,
la pérfida Teresona.
Voz B: Esto es
inaudito… ¡Qué atrevimiento!
CORO DE VOCES: Tenéis
razón. Esto no se puede aguantar. Es una afrenta a las buenas costumbres.
Voz A: Abandonemos
todos este recinto y dejémosle solo con
su barragana.
CORO DE VOCES: Así
es, así…
CAÑAS Y MERINO: Mirad
Teresona a los nobles de Caracas dándonos un plantón…pero ya verán los muy
bellacos en que les voy a transformar el paseo de ronda.
NARRADOR: Cañas y
Merino invento en la Plaza Mayor raros deportes (maullidos de gato y cantos de
gallo) como fueron las carreras de gatos (*) y que jinetes al galope cortasen
la cabeza a gallos enterrados hasta el cuello.
(Galopar de caballos,
zumbido de espada, gritos de júbilo, aplausos.)
NARRADOR: Los
desafueros de cañas y merino colmaron la paciencia de los caraqueños un martes
de Carnaval. Ese día, como ahora, se jugaba carnaval con agua y azulillo. Véase
cuan vieja es la costumbre. Cañas y Merino participaba festivo y borracho del carnaval
cuando al pasar frente a una casa una jovencita, casi una niña, le echo un
balde de agua. El africano se lanzó tras la criatura. (Gritos de niña y
carcajadas de borracho)
NARRADOR: Y tomándola
en vilo (galope) se la llevo a las orillas del Guayre, donde la violento en
vista de la multitud. Fue demasiado. Los alcaldes de la ciudad precediendo al
pueblo (efecto consiguiente), se le fueron encima y a punta de cañón lo
hicieron preso, enviándoselo al rey cargado de cadenas. Esto sucedió en el año
de 1714.
AUTOR: Cañas y Merino
fue condenado a muerte, salvando la vida por la amnistía general que dio el Rey
ese año, por el nacimiento del Príncipe de Asturias. La guerra de sucesión, que
había terminado el año anterior, siguió haciendo sentir su efecto sobre la
economía. El primer barco procedente de España llego en 1720, el mismo año en
que los capitulares (asonada) depusieron con tintes de guerra civil al
gobernador don Marcos Betancourt. Tres años más tarde hicieron otro tanto con
el nuevo Gobernador Diego de Portales y Meneses. En 1728 le toco a su colega
Lope Carrillo de Andrade. Porque les negó el privilegio de ir al Cabildo con
sombrillas. Asilado en el Convento de la Merced (campanas) lo encontró el nuevo
Gobernador Sebastián García de la Torre, llegado a Venezuela en 1730 con los
primeros barcos de la compañía Guipuzcoana, (oleaje) que como es bien sabido
serán fuente de constante conflicto con criollos, hasta el punto de impulsarlos
definitivamente hacia la independencia de España. Cabe preguntarse ante todos
estos hechos. ¿Puede llamarse pacifica esta era de nuestra historia? Si cruenta
fue la conquista, terrible la independencia y convulsiva la República, sería
absurdo haber tenido una pacífica colonia. ¿No les parece?
Nota del Transcriptor
(*): A los gatos se les colocaban cacerolas amarradas en la cola, al estruendo
de los caballos se provocaba la desbandada de los animales y el ruido de las
cacerolas los hace enloquecer, los jinetes perseguían con sus látigos a los gatos.
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